Movilidad en el municipio más joven de Risaralda
Como sucede con todas las poblaciones surgidas alrededor de asentamientos industriales, Dosquebradas vivió desde sus inicios un crecimiento desordenado y carente de planeación.
Esa circunstancia afectó de entrada sus condiciones de movilidad, agudizadas por el célebre trancón de La Popa, que durante décadas fue motivo de preocupación para las autoridades locales, regionales y nacionales, por cuanto ese tramo constituía paso obligado para el transporte de carga y pasajeros que se dirigía a poblaciones como Bogotá y Manizales, así como hacia Medellín cuando se construyó la nueva carretera.
El desplazamiento permanente de personas hacia sus lugares de trabajo, estudio o recreación le añadía más complejidad al problema, a medida que Pereira y Dosquebradas crecían. Un problema que constituye un hecho metropolitano, ha sido gestionado de manera aislada, disminuyendo así las probabilidades de encontrarle soluciones integrantes al desafío de la movilidad.
A pesar de todas las expectativas, la construcción del viaducto representó en la práctica una solución parcial: los trancones se desplazaron a otros lugares del territorio, multiplicando así las expresiones de malestar entre la gente.
En medio de ese panorama, el uso de la bicicleta como alternativa de transporte encuentra en el viaducto una oportunidad para mejorar las cosas. Sin embargo, en Dosquebradas faltan todavía políticas que desde conceptos como agilidad, oportunidad, responsabilidad, respeto y educación ciudadana hagan de la bici la gran alternativa para empezar a cambiar las cosas.
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