Pedaleando en las alturas
Siete Ríos en Villamaría, Caldas |
Por: Laura Sánchez Largo. Periodista del periódico La Patria.
Resulta difícil pensar en pedalear a 20 grados de inclinación o por calles que antes eran escaleras. Saber que de los buenos descensos siempre hay una desafiante pendiente, como todo lo que baja tiene que subir.
Manizales es un reto mental y físico para los ciclistas. Cuando salgo a pedalear me enchufo a las calles, me vuelvo parte del tráfico, de las señales y de los alaridos. Me activo, como un chip en la cabeza, indico mis giros y hago un ademán a uno que otro conductor que me intimida con la carrocería. Y ocupo mi reducido metro del carril derecho que me corresponde.
Arranco. Es increíble rodar por la Avenida Santander, se anda despacio, se ven los almacenes de ropa de Los Rosales, los estudiantes saliendo de las universidades Católica y de Caldas, mientras se brincan las rejillas de los sumideros.
Más adelante paso por el sector El Cable, es como un parqueadero de ciclistas, un punto de encuentro de las rodadas. Están los profesionales, los de enduro, los downhill, los de ruta y cross country, los universitarios sobre las fixies y los más peques, en las de cross. Es genial, es un ambiente de camadería, de apoyo mecánico y motivacional.
De El Cable al Batallón Ayacucho hay menos de medio kilómetro para un descenso envidiable, de vertiginosas curvas y peligrosas velocidades que cobraron el año pasado la vida de un menor, de 17 años, por la Avenida Alberto Mendoza, conocida como Expoferias. Bajar con preocupación, nunca sobrará decirlo.
Lo mejor de terminar el descenso es la subida a las trochas (con el perdón de los ruteros). Son ascensos de hasta 1.700 m.s.n.m., rocosos, húmedos y alucinantes, desde donde se ve una ciudad pequeñita metida en la inmensidad de los bosques maderables. Sus nombres también son hermosos. Para los menos aventureros está Montaño; para los intermedios, Morenita, con el cariño que los golpes dan en su bajada; y para los avanzados, Morena, que con la rudeza de los caminos de herradura invita a desafiar los nervios y el cuerpo.
Vía morena y Morenita, sector industrial en Manizales. La Enea |
Para escribir esto me pidieron describir mi experiencia en bici por Manizales, que en realidad es solo de gratitud: a las calles que me enseñaron a subirlas con mi cuerpo erguido y a Juan Pablo Osorio, la mejor compañía, una pareja entrañable e imbatible, que impulsó cada pedaleada y enseñó a pedalear.
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