RUTA DEL MES


Última ruta 14-9 de 2018. Pereira - Belén de Umbría - Pereira

La ansiedad en esta ocasión fue mayor. Saber que íbamos a culminar el proyecto que hace dos años emprendimos era un sueño hecho realidad. La mañana pintaba amigable hasta que la lluvia empezó a  hacerse ver y el whatsapp a sonar, ¿está lloviendo por allá?, ¿al fin si vamos a ir?, ¿esperemos un momentico que eso escampa?, escribían algunos mientras otros apenas se despertaban  e imaginamos guardaban la esperanza de que no escampara para no sentirse culpables del todo por no asistir... ¿no les ha pasado?, que el “diablo” se posa sobre un oido a decirte ..”ah, eso no escampa”, “yo no me voy a mojar”, etc. Pues bien, todo este tiempo recorriendo los 14 municipios del departamento en 9 rutas, promovienddo el biciturismo y promocionando el Paisaje Cultural Cafetero del departamento no podían terminar mirando el cielo y lamentando que no escampó, así que motivados por   la energía de los que nos quisieron acompañar arrancamos al punto de encuentro, la bomba del Parque Olaya. Allá llegamos lloviendo, 3 más se apuntaron al reto acá y un cuarto nos alcanzó en Caminos. Julián Andrés, Nestor, Gustavo y Andrés Arias se nos unieron y junto con “Chola” nuestro conductor y amigo del carro escoba con el que recorrimos otras de las rutas y Julián, nuestro director comercial y de logística, salimos de Pereira hacia La Virginia. En Caminos la lluvia arreciaba pero “sin mente” arrancamos con un solo objetivo, volver rodando luego de 145 km, en bicis MTB todos y  por asfalto, que no es lo mismo, como dicen.



Salir con clima frío en el fondo era mejor,  ya que no queríamos el sol en  nuestra espalda, brazos y cuello durante el recorrido. Poco a poco fuimos consumiendo kilómetros, un grupeto de tan solo 5 ciclistas pero con el espíritu de 50, con ánimo y si mirar atrás llegamos a La Virginia, allí un pequeño grupo que bajó desde Belén de Umbría encabezados por el señor Elmer Montes, organizador de la Travesía del Municipio que en noviembre 4 tuvo lugar, nos estaban esperando para escoltarnos a nuestro destino final en el papel, Belén de Umbría, pero tan solo la mitad de este recorido. 2 en bicis MTB y 3 en ruta para sumar diez ciclistas seguimos rodando hasta la altura de Remolinos donde los ruteros siguieron su ascenso, nosotros, los MTB seguimos hasta la Isla, un viejo conocido ya de los asiduos a 14-9, puesto que en la ruta 7, Quinchía - Guática - Mistrató, también estuvimos visitando este sitio. Allí la fotico de rigor en el puente amarillo que marca el ingreso hacia Taparcal. En el recorrido 7 lo hicimos bajando, en esta oportunidad subiendo. 

Es un ascenso aparentemente fácil, mas tendido que otra cosa, pero luego de 50 km que ya llevas en las piernas ese “tendido” pesa, no te explicas porque si al verlo se ve fácil y has subido lomas más duras, a la hora de pedalear este te exige tanto. Al ser pocos te ves durante todo el trayecto practicamente solo, algunos adelante que no perdieron el chance de “darse lima”, el resto de mortales atrás tratando de alcanzarlos, una ruta de verdad hermosa, con paisajes frescos, verdes, naturales; personas muy cordiales de la zona nos impulsaban al vernos pasar y eso como siempre ayuda a lidiar con el cansancio y el dolor que empezaba a aparecer; finalmente el mirador de Taparcal estaba la vista, unos metros interminables más y lo “coronamos”, 5 minutos antes julián y Elmer ya habían llegado, 3 km más y estábamos en GOURMIX, el restaurante que nos acogió en Belén.

Este municipio fue fundado en agosto de 1890, pero solo hasta el 27 de abril de 1911 se creó como municipio separándose de Anserma; es conocido como la capital cafetera de Risaralda y también se ha ganado el reconocimiento como la Capital Asociativa de Colombia por el progreso de empresarios del campo que le dan valor agregado a sus productos, como el café, el plátano, el lulo, la mora, la panela, el cacao, los peces, las artesanías, etc.


Sus atractivos turísticos más importantes son: Avistamiento de aves, Paisaje Cultural Cafetero, Paisajes y cascadas, Museo Eliseo Bolívar , Jardín Botánico, Cerro del Obispo, via cantamonos hacia la Laguna de piñales, Mirador de Taparcal, entre otros”.

Pueblo Rico - Villa Claret - Pueblo Rico

Como en cada edición es nuestra responsabilidad y compromiso agradecer a aquellas marcas que están de acuerdo con nosotros en que En Bici podemos recorrer nuestro departamento mostrando las bellezas que tiene, sus culturas, paisajes y gente e incentivando el biciturismo; por eso a Cuerpo Esbelto Spa, Ciclo Éxito, Oto Ropa Deportiva, La Sirena y muy especialmente al alcalde de Pueblo Rico, el dr.  Rubén Darío Ruíz Acevedo quién nos invito a que los acompañáramos en la travesía del municipio ese día, un agradecimiento enorme.



Esta ruta la hicimos el pasado 23 de septiembre, asi que para quienes aun no leen la crónica que publicamos en nuestro fanpage una vez terminó el recorrido, los invitamos a que lo hagan en @revistaEnBici, de paso ven todas las fotos; sin embargo en este texto resaltaremos las bondandes del sitio que visitamos y que nos dejó atónitos por la belleza de sus paisajes y la hospitalidad de su gente. Empecemos con doña Ceci, la señora dueña de los restaurantes donde desayunamos y posteriormente almorzamos, dicho sea de paso como en todas nuestras salidas de domingo... ¡señor almuerzo!; pasando por “El Ratón”, como conocen al señor Óliver quien nos ayudó con el carro escoba y obvio el señor alcalde que con toda la formalidad y entrega nos acogió.

Desde las 5:30 a.m. emprendimos el viaje en 3 microbuses, 38 ciclistas y el equipo logístico de la revista, con la meta de conocer Pueblo Rico y recorrer una de sus rutas más tradicionales y duras hacia Villa Clareth. 60 kms, 30km de ida y 30Km de retorno por la misma ruta, 4 ascensos y 4 descensos, con un porcentaje muy aproximado al que tiene el Chaquiro en Dosquebradas, pero el doble de distancia cada subida y cada bajada.

Ir a Pueblo Rico en bus con bici vale $17.000 mas los $10.000 que le de al conductor por llevar “la flaca” ; 3 horas de camino y mejor salga a las 5:00 a.m. que llegan los de Flota Occidental de bodega grande. Villa Clareth es un corregimiento muy pequeño, 3 horas de pedal a buen ritmo, gente muy atenta que lo hará sentir especial, al fin y al cabo casi nunca reciben visitas. Vaya que no se arrepentirá.


Por las huellas de las Puertas Abiertas
 Pereira - Peaje Pavas - Huellas El Rosario Vereda La China - El Arenillo 




Como ciclista, cuando vas a hacer una ruta nueva que sabes que es dura o al menos crees que lo es para tí te pones ansioso, concentrado, con la adrenalina al límite. Tienes antes que nada emoción de retarte. Preguntas a quienes ya han ido qué tal les fue, ellos te dicen que es dura pero que saben que lo lograrás. 

Pues bien, te animas y la haces, sufres, te lamentas, te alegras, te sientes mucho mejor ciclista que antes una vez la “coronas” y quedas con una historia que contar además de un estado físico mejor, si no te exiges mas de la cuenta, claro está.Luego te vienen a preguntar otros que nunca la han hecho pero que saben que tú si, qué tal era, cómo te fue y si se las recomendarías. Esa es resumida la historia cuando vamos a rodar nuevos senderos.

Pues bien, en nuestro caso este destino que queremos recomendarles, lo hemos visitado varias veces en bicicleta, el destino, mas no la ruta que nos lleva a él. Este lugar es Manizales, un destino para muchos de nosotros duro de alcanzar en bici.









Esa dureza que es lo que nos gusta, al subir la ruta muchas veces se va tornando monótona, quieres una emoción nueva propia de la dicha de rodar. Hemos ido pedaleando por La Siria; también se puede llegar por La Linda hacia Villamaría; por Chinchiná y la Telaraña; por la Autopista del Café, etc.








Por esta última ruta nos decidimos en esta edición, solo que nos cansamos del ruido de los carros y buscamos aquella emoción de la que hablamos, así que a la altura del Peaje las Pavas nos dejamos llevar por la naturaleza y simplemente giramos a la derecha en una “entradita”, activamos la app Google Maps para estar seguros que igual llegaríamos al destino, bendición y a seguir hacia arriba.

Desde Pereira hasta el Peaje las Pavas no hay mucho que decir, de ahí en adelante empieza la aventura, con paisajes nuevos, “cruzada”de río, huellas empinadas, paisaje cafetero por todas partes, aunque algunas plataneras también y una vista que nunca habíamos tenido, lo mejor, nos demoramos menos  a la meta de lo habitual, 2:45”. con fotos y demás. 







Una vez terminamos el recorrido  pasamos la carretera y ascendimos por la entrada al Arenillo, unos metros arriba desviamos a la izquierda hacia las huellas de Arenillo (así las nombra Strava), de ahí se sube al Hospital Santa Sofia y a Manizales.
Invitados pues a que arriven a las puertas abiertas de Manizales por un sendero diferente, lleno de espíritu cafetero, montaña y huellas.




Las Y son los diferentes cruces que hay en el camino una vez se ingresa por las huellas El Rosario (Y1). De allí nos encontramos tres salidas a la izquierda, por la tercera volteamos (Y2). Seguimos derecho y  llegamos a la entrada a la Finca Venecia, tradicional Café de la región (Y3). No ingresamos, avanzamos derecho y en el siguiente cruce (Y4) igual, derecho, un poco más adelante, a la derecha, vemos  otra entrada a Venecia, la dejamos atrás y el siguiente cruce a la izquierda (Y5). Ahí en adelante a “trepar se dijo”, suben más alto que San Peregrino hasta (Y6), donde se sale a la Autopista del Café. De allí unos metros más adelante cruzamos e ingresamos al Arenillo. 


A MARSELLA

Ruta 14-9. Pereira - Marsella


Como ya algunos saben y para los que no los colocamos en contexto, la revista En Bici viene desarrollando la iniciativa 14-9, 14 municipios 9 rutas, con la que pretendemos impulsar el turismo y el comercio en el departamento, municipio por municipio, invitando a los ciclistas a que los visiten con la excusa de “pegarse una rodada” bien buena, en destinos poco conocidos y en un proyecto que busca promocionar la región impulsando el Paisaje Cultural Cafetero, además de dar a conocer diferentes aspectos de los municipios del departamento en torno al ciclismo. Bajo esta dinámica realizamos en julio la 3ra. y 4ta. rutas, Santa Rosa – Marsella y Marsella – Dosquebradas , completando así ya 6 municipios visitados: Pereira, Dosquebradas, Santa Rosa, La Virginia, Marsella y Balboa. 

Aunque a la altura de Santa Rosa alcazamos los 70 participantes, durante el recorrido algunos se quedaron en Marsella y otros se devolvieron antes incluso de llegar. No era una ruta fácil

De esta forma,  en una mañana cálida y muy animada, nos encontramos 53 ciclistas en la plazoleta del Victoria en Pereira el domingo 23 de julio a las 7:00 a.m. La verdad esperábamos 20 ó 30 personas máximo, así que ver  el resultado de la acogida nos llenó de ánimo. Nos acompañaron además de todos los riders, aliados en esta dinámica de movilidad y ciclismo como son el grupo Locos por la Bici liderado por Mauricio Gallo y CedralBikes liderado por César Augusto Duque. 

Partimos a las 7:30 a.m. con las piernas y las pilas listas rumbo al CAM en Dosquebradas esperando recoger unos cuantos ciclistas que nos advirtieron que estarían allá; pues menuda sorpresa nos llevamos cuando descubrimos 12 ciclistas aprox. esperándonos para completar un grupo de 65, que sumados a un pequeño grupo que venía desde Marsella liderados por el señor William Ospina, nuestro contacto en este municipio y que nos alcanzaron después de Santa Rosa, redondeamos en un grupo de 70 o más. 

Al empezar a subir el helicoidal se comenzó a imponer el ritmo que habíamos advertido, los mas “duros” tomaron la delantera, impusieron el paso y se formó una fila india larga que hizo que quienes llegaron al Tambo de primeros tuvieran que esperar 15 minutos. Acá hicimos una recomendación a todos para que midieran su ritmo personal basados en el ritmo que se había colocado de subida, eso y el tiempo promedio de la ruta que eran 7 horas, hizo que algunos, casi 12 o 13 ciclistas decidieran tomar otro rumbo, además de una persona varada que no pudo seguir acompañándonos. Así seguimos hasta el puente de la Hermosa, lo subimos cual infractores de todas las normas de tránsito, por el borde del enrejado con la bici a un lado y arriesgándonos a una caída, pero en fin, parte de la aventura de montar en bici. 




De ahí para adelante empezó “Cristo a padecer”, acompañados eso si por algunas almas santarrosanas, representantes del grupo Los Pantanos que nos esperaban en el puente, empezamos el verdadero asenso, verdadero porque el helicoidal era solo una caricia comparada con lo que se venía, una cuesta que aunque no era muy empinada si tenía pedazos con buena gradiente y sobre todo muy larga. Lo mejor lo que nos rodeaba, pura naturaleza, bosque sub-andino pletórico de aves y biodiversidad que colmaban nuestros oídos, hasta que pasaba eso si el típico ya “ciclista con bafle” por el lado, que nos despertaba de tanta maravilla y nos recordaba que andábamos en pleno sufrimiento de ciclista.

Así coronamos la cuesta que finaliza en una Y y que lleva hacia el Chaquiro en Dosquebradas o hacia el Español, que era nuestro destino donde todos reagruparíamos vía a Marsella. En este punto otro pequeño contingente ya había emprendido retorno porque se aproximaba el medio día y el tiempo se acababa. Pudimos en el trayecto conocer personas muy interesantes como don Jorge Gallego, un ciclista de vieja data, acostumbrado a trayectos y travesías de días enteros rodando por el continente y que nos contaba y contagiaba de tanto amor que le tiene a este deporte y que lo ha llevado a tremendas faenas.




Ya en el Español emprendimos la ruta de nuevo, la punta se desvió del trayecto inicial y se ”salvaron”  de la sorpresa que nos tenían reservada el grupo de Marsella que a esa altura ya nos había alcanzado, una bajada y posterior loma que nos llevaría directo al municipio sin pasar por el Trébol, pero con una exigencia fuera de categoría. Finalmente “Vicente va para donde va la gente” y el grupo siguió por la pavimentada hacia el nombrado cruce del Trébol, entre Caldas y Risaralda; de ahí en adelante no era fácil como pensaban, seguía la subida al pueblo, larga, tres veces el helicoidal mas o menos,  engañosa con esas curvas que lo ponen a soñar con la meta pero que solo guardan más asfalto, menos mal el clima estaba templado.

Y coronamos, 1:30 p.m. aproximadamente, se nos viene a la mente una frase famosa de Vincenzo Níbal “No hay tal cosa como una etapa fácil” y pensar que faltaba la devuelta. El calor empieza a hacerse presente y al fondo de la plaza de Marsella, donde se impone su hermosa iglesia, la iglesia Maria Inmaculada construida en 1905, al lado de esta nuestro destino, el restaurante Pipatón, donde un sancocho especial para nosotros nos esperaba para calmar el hambre y reponer energías para lo que seguía.


LA VIEJA CONFIABLE
Ruta 14-9. Pereira - Santa Rosa de Cabal



Como se dice popularmente en las redes sociales, esta es la vieja confiable, esa ruta de fácil acceso para recuperar, u obtener un mejor estado físico en el pedaleo. Ascender a Santa Rosa es matemática de coquito, pero por lo mismo, es básico pasar por ahí, lo que la hace una ruta obligatoria para cualquier ciclista de la región.



Comenzamos desde un punto intermedio, el Parque Olaya Herrera. El recorrido está pensado para aquellas personas o grupos a quienes la vía activa de los domingos ya no resulta lo suficientemente exigente y quieren ponerse a prueba. Elegimos la seguridad en la vía hasta la altura de La Pradera, pasando por el Viaducto, que ofrece una jornada dominical de ciclovía. El pedaleo hasta este punto es lento y al ritmo de los niños, perros y caminantes con quienes hay que compartir la vía educadamente. El ambiente es entrañable, entre ventas de jugos, agua y gente saludando en cada tanto ya hemos pasado casi 5 kilómetros.




Luego la seguridad encarece por los vehículos con los que hay que compartir la vía, pero un grupo bien organizado y que circule por la derecha, respetando señales de tránsito no debería tener mayores problemas. Aunque es aparentemente plano, el ascenso se comienza a sentir en el pedaleo constante y el paisaje no es muy amable hasta haber coronado Dosquebradas a la altura de La Romelia. Hasta la rotonda de La Romelia hemos recorrido otros 5 kilómetros, nada mal para un principiante, pero apenas empieza lo bueno. 

El ascenso a Santa Rosa es el verdadero reto. Esta loma que en 2016 sirvió como escalada final para una de las etapas de la vuelta a Colombia, pone a prueba hasta a los más experimentados. La recomendación es la de siempre: disfrutar el paisaje, que a medida que ascendemos mejora, manejar la cadencia de pedaleo a un ritmo propio y esperar a los rezagados en el grupo. No está mal si debes parar un par de veces. Recuerda llevar buena hidratación y fuentes de energía como el banano o el bocadillo, pues a medida que la pendiente aumenta las piernas empiezan a pedirlo.

La prueba de fuego finaliza una vez avistamos el mirador El Tambo. A este punto se habrán coronado poco más de 4 kilómetros; se recomienda no hacer paradas en medio del puente helicoidal o el túnel. Aunque la vista panorámica a esta altura es hermosa debemos tener en cuenta que es una vía rápida de alto flujo vehicular. En El tambo podemos hacer una pequeña parada para tomar la foto obligatoria y disfrutar de la vista de toda el área metropolitana de Pereira.


Parque del Machete. Santa Rosa de Cabal

Con la foto lista y asegurándonos de que la bici esté bien de frenos comenzamos un descenso delicioso. Aire puro y buena velocidad nos acompañan hasta la llegada al pueblo, casi 4 kilómetros más, pasamos por el Parque del Machete y nos detenemos finalmente en el parque principal de Santa Rosa. Si las piernas siguen muy bien, podemos darnos un paseo hacia la zona turística de Santa Rosa en la vía que asciende a los termales y ver hasta dónde podemos llegar. Eso sí, el regreso para subir al alto de Boquerón es exigente si tenemos en cuenta el desgaste físico hecho hasta el momento, pero una llegada a Los chorros de Lolo por ejemplo, serían un buen final, aunque le suman otros 8,5 kilómetros al recorrido.




Huellas de la esperanza - Alto del Toro - Mangas - La Bananera


Para escaladores con esperanza


Quienes  gustan de poner a prueba sus piernas  tienen un breve pero intenso desafío. Pueden tomar la ruta antigua hacia la Ciudadela del Café y antes de llegar a la altura de Málaga encuentran un desvío, las huellas de la Esperanza, o como las suelen llamar, de la “Desesperanza”. 700 metros empinados de técnica, piso húmedo y resbaloso que sacan de todos los “riders” lo mejor de sus capacidades encima de la bici para sortear esta primer subida. Solo dos repechos ayudan al cuerpo, durante escasos 2 segundos sienten que vuelve el aire a sus pulmones pero es solo ilusión, inmediatamente deben seguir pedaleando porque en unos cuantos metros mas, al coronar la cima, los espera una espléndida panorámica de Pereira y Dosquebradas.



Bordeando el Alto del Nudo, una carretera destapada los lleva hacia la vereda Estanquillo. Al finalizar el corto descenso pueden optar por cruzar el barrio La Graciela y luego de rodear el Viaducto acometer la ruta  que por el sector de Frailes conduce al Alto  del  Toro, descolgar hacia Mangas y tras un par de huellas cortas más, llegar a la finca Alto Bonito, donde yacen las tumbas Quimbayas; de allí a la Bananera. Por donde lo mire, se trata de una buena prueba  para escaladores.




(Santa Rosa de Cabal - Alto de Canoas)


Chorizo, desayuno y pedal



Santa Rosa de Cabal se ha venido consolidando como el primer destino turístico de Risaralda. Con más de cien mil habitantes, su oferta de servicios comienza con sus aguas termales, pasa por el tradicional chorizo santarrosano y se complementa con más de 25 cafés temáticos.



Más del 60% de su territorio es reserva natural protegida, condición que lo hace un destino perfecto para recorrerlo en bicicleta, razón por la cual traemos a esta sección de la revista En Bici la que se podría comparar con lo que significa en Pereira la ruta de La Florida, ya conocida entre nosotros los bicicleteros como el “floridazo” que para los santarrosanos es la subida a Canoas.

Esta ruta inicia en el Parque de Bolivar, más conocido como el Parque de las Araucarias, allí nos encontramos con un grupo de entusiastas amigos de En Bici, con los que compartimos un delicioso café antes de dar los primeros pedalazos.
A solo 700 metros del parque encontramos dos joyas arquitectónicas, ellas son el santuario de la Medalla Milagrosa, una imponente construcción con uno de los vitrales más grandes del país como fachada y a su lado el Seminario La Apostólica de los padres Vicentinos.




A 2,2 kilómetros en la zona suburbana encontramos una bifurcación que nos conduce hacia la derecha para los Termales Santa Rosa y hacia la izquierda hacia Termales San Vicente. Nuestra ruta implica tomar este último sendero.

Seguimos el ascenso por una vía pavimentada que según los conocedores debía haberse dejado sin asfalto para fortalecer el atractivo turístico natural, para encontrarnos en el kilómetro 7 con el restaurante Don Lolo, un sitio para degustar lo mejor de la gastronomía santarrosana.




Un kilómetro más adelante nos encontramos con una tentación ante la que sucumbimos la mayoría de ciclistas, se trata del “desayunadero” un sitio rústico y del cual se percibe un fuerte olor a leña, razón por la cual todo lo que se consuma va impregnado de este característico olor campestre, incluyendo los tradicionales chorizos.

Continuamos nuestro recorrido ya en terreno pedregoso encontrando a nuestro paso maravillosos paisajes en un trayecto que invita a pedalear sin fin, hasta llegar a nuestro destino, el alto de Canoas, el cual encontramos después de recorrer 13 kilómetros desde nuestro sitio de partida.



Este maravilloso recorrido lo iniciamos a una altura de 1700 metros sobre el nivel del mar y concluyó a una altura de 2193 metros, lo que la hace una ruta de un nivel medio de dificultad, pero de un alto nivel de satisfacción para quienes amamos nuestras montañas y su posibilidad de recorrerlas a pedalazos como nos gusta: En Bici.












Tumbas entre el río y el carbón


El sector  de La Florida se ha consolidado en los últimos  años como atractivo turístico y corredor ambiental, dos elementos difíciles de equilibrar. Esa condición constituye un atractivo especial para quienes salen a montar en bicicleta.




Muchos de ellos toman el viejo camino de Libaré  y recorren  el tramo paralelo al río Otún. Unos metros más arriba del puente de  La Cristalina,  a la altura de San José, encuentran el desvío hacia las veredas del sur de Santa Rosa de Cabal. Una vieja fonda caminera conocida como la  Esquina Roja es el punto de referencia para una carretera que  asciende haciendo  eses hasta alcanzar los bosques de niebla donde, a mil ochocientos metros de altura, doña Clarita Rodríguez tiene su pequeña finca dedicada a producir cafés especiales de alta calidad.

En ese recorrido constituye un atractivo especial el conjunto de descubrimientos arqueológicos, consistentes en túmulos funerarios de la cultura Quimbaya que hoy son objeto de cuidado y protección.

Alto bonito. Punto de llegada.

En  el  viaje de regreso, los ciclistas descienden por una ruta  que serpentea entre distintas tonalidades de verde y fuentes de agua que desembocan en el río Otún.  En su recorrido, algunos se detienen a almorzar en el eco-hotel Río y Carbón. Otros, optan por buscar alguna de las rutas que, partiendo de La Florida, conducen hacia la vía a Armenia, desde donde emprenden el regreso a la zona urbana de Pereira.





El Alto el Erazo:el sendero de los charcos


El sendero de los charcos”,  con ese nombre conocieron los pereiranos durante  muchos años al camino que llevaba  a lo que hoy es la  Ciudadela del Café en Pereira, un sector conocido también con el nombre de Parque Industrial.  Aparte de albergar  a  varias haciendas cañeras con sus respectivos trapiches, la zona estaba surcada por quebradas y riachuelos apetecidos por familias que llegaban cada   fin de semana  “a tirar baño”. Incluso cuando se empezaron a construir las primeras viviendas era frecuente ver a familias   enteras  haciendo su paseo de  olla y disfrutando de los charcos.

La misma ruta, aunque a veces en sentido contrario, es seguida hoy por grupos que   toman la  vía de Turín, ascienden hasta Combia, un vecindario lleno de condominios, rumbeaderos  y ventas de golosinas. De allí emprenden la cuesta hacia El Alto Erazo. Al llegar a la cumbre disfrutan de una vista panorámica del Valle del Cauca , antes de bajar   al Parque Industrial, desde donde toman una estrecha carretera que los devuelve a la Avenida del Río, que es el fin del recorrido para algunos y el inicio de un nuevo rumbo para otros.





LOS CAMINOS DE LA SAL

Luego de ascender ocho kilómetros por la carretera que conduce a Armenia, los ciclistas se desvían a la entrada del Ecohotel La Casona, por una ruta destapada que se cruza con la vía que lleva hacia Mercasa y el Valle del Cauca. Después de alcanzar la vereda “Alegrías”,  encuentran fondas donde campesinos trasnochados escuchan canciones de Johny Rivera y El Caballero Gaucho. 



Bajan  hasta el río Cestillal, fuente  de abastecimiento para los acueductos rurales de la zona. Acto seguido  rodean una pequeña montaña sembrada de cascadas, antes de emprender un nuevo descenso hasta el río Barbas, límite natural con el departamento del Quindío. Desde allí, transitan una  cuesta  en la que los acompañan todo el tiempo los rugidos del mono aullador.

Al final de una cantera  donde obreros curtidos cargan piedra picada en enormes volquetas, los espera la vieja carretera del Quindío. Allá bien al fondo, se adivina la silueta de Filandia, ese municipio balcón desde donde es posible contemplar  los paisajes del norte del Valle. Acaso sin saberlo, los ciclistas han recorrido, en sentido contrario, uno de los muchos caminos que conducían hacia esa fuente de riquezas  concentradas en El Salado de Consotá.









DESDE EL NUEVO LIBARÉ

Kennedy - La Florida - El Manzano - La 14



Ricardo, Viviana, Camilo y Rodrigo se encuentran todos los domingos a las seis de la mañana a la entrada del legendario estadio Alberto Mora Mora, donde el Deportivo Pereira, conocido entonces como “La Furia Guaraní”, libró algunas de sus más recordadas batallas.

 Entre  Ricardo y Rodrigo median treinta años de edad. Ingeniero Civil el primero, médico el segundo y estudiantes  universitarios los del medio, los cuatro están hermanados por su devoción a la bicicleta y a un ritual consistente en pedalear por una carretera que discurre a la orilla del río Otún, hasta  que a la altura  del  Corregimiento de  La Florida se cuelga de una ladera que obliga  a redoblar  el esfuerzo de las piernas. En el camino encuentran campesinos que a lomo de caballo y mula, o de viejos jeeps Willys bajan a hacer mercado.

En sus  “canguros” atados  a la cintura los cuatro amigos ciclistas llevan provisiones de bananos, manzanas y peras, aparte de unos cuantos bocadillos veleños, combustible indispensable para acometer el ascenso. Entre risas, sudor y jadeos llegan por fin a la vereda El Manzano, un vecindario que conoció los pasos del cronista  Lisímaco Salazar.  La dicha se dibuja en  sus rostros cuando avistan la fuente de agua que se ha convertido en el símbolo de sus esfuerzos. Al quitar el tapón de madera salta un chorro en el que se bañan y beben con una dicha que nada tiene que envidiar a la de quienes, en remotos parajes,  acaban de coronar un premio de montaña.



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